Abro los ojos poco a poco. Me duele la cabeza de todo lo
que lloré a noche. ¿Por qué lloraste,
estúpida? Oh, hola demonio. No te
intentes burlar de mí, sabes que no puedes. Sí, ya, ya. ¿Piensas desayunar hoy? Con eso sólo harás
hacerte más gorda de lo que estás, inútil. De mis ojos empiezan a aparecer
lágrimas. No pienso llorar ni una sola vez más por esta estúpida voz. ¿Cuánto pesas? Siento una aprensión en
el pecho. No lo sé. Pues yo sí, y estás
muy gorda. Vete a la mierda. Estando
dentro de ti, ya estoy en ella. La voz me dice muchas otras cosas más, pero
no la escucho. Miro la hora mi móvil. Son las diez de la mañana. No está mal.
Normalmente me suelo despertar mucho más tarde. Abro twitter. El chico de ayer
me ha mandado un mensaje.
Buenos
días.
Me lo ha mandado a las siete de la mañana. Esto no me
cuadra.
Buenos días, ¿eres de Australia?
Sí. ¿Y tú?
También. ¿Qué hacías a las siete despierto?
Yo siempre me
despierto a las siete de la mañana.
¿En fin de semana?
Por supuesto.
Este chico es muy raro.
¿Por qué?
Me despierto a las
siete de la mañana, no puedo remediarlo.
Ajá.
¿Estás dudando de mí?
Puede.
¿Por qué?
¿Eres un camello y te levantas tan temprano
para que tu socio te de la
bolsa de drogas?
Quién sabe. ¿Tú eres
un camello?
No.
¿Eres un
cincuentón al que le gustan los niños?
Tampoco.
¿Quién eres?
Un ser humano, como tú.
Tener caracteres
limitados para escribir me está tocando las narices, ¿hablamos por WhatsApp?
No tengo WhatsApp.
Es verdad.
Eso es
imposible.
Claro que es posible. No tengo con quien hablar.
Sí que es posible.
¿Es porque crees que
soy un pedófilo?
Sigo meditando sobre eso, pero no tengo
WhatsApp.
Vale, te creo.
Gracias.
Me tengo
que ir. Adiós J
Adiós.
Escribo algunos tweets y me voy a la cocina. Gorda. Que te calles. Tengo la razón. Vete a la mierda. ¿Estás segura de lo que vas a hacer? Sí.
Espero que me apoyes. Lo hago. Eso me
sorprende. ¿Desde cuándo me apoyas en
lo que quiero hacer? Desde siempre. No
lo entiendo. Lo sé. Genial, ahora la
voz de mi cabeza se ha vuelto loca.
Me hago un té y dos tostadas. Muy bien. Voy al comedor y
enciendo el ordenador. Veo algunos capítulos de American Horror Story. Cuando
me canso, abro uno de mis documentos Word e intento escribir algo. Escribir me
relaja, me deja expresarme. Consigo escribir diez hojas. Bien. Vuelvo a pensar
en la posibilidad de publicar algo. No. No sería una buena idea. Tampoco es que
los relatos sean tristes, es más, intento que sean lo más felices posibles. Sé
que a la gente le gustarían. He llegado a la conclusión de que no se me da mal
escribir. Es más, he llegado a la conclusión de que se me da muy bien escribir.
Pero me da miedo. Miedo a que me critiquen. Apago el ordenador y subo a mi
habitación.
He salido a caminar, y he acabado en un parque natural,
al lado de un río, sentada en un banco y leyendo. Estoy sola, no hay nadie. Da
igual, no es un barrio peligroso. Decido sacar una foto con mi móvil y subirla a
Twitter. Me ha salido muy bonita. Qué pena no haber traído mi cámara. Siempre
la llevo a todos lados, pero hoy se me ha olvidado. No importa, ya volveré
alguna vez. Amo hacer fotos, mi madre me regaló una cámara buena por mi
cumpleaños, y si me dejaran, le haría fotos hasta a la gente.
El chico me ha mandado un mensaje.
¿Qué
lees?
Las aventuras del capitán Alatriste.
Wow, ¿está bien?
Está genial.
¿Es largo?
No. Me estoy leyendo el cuarto, y tiene 264
páginas.
Que largo.
Es cortísimo. Eres un vago.
Soy consciente de
ello.
Odio quedarme en blanco hablando con él. Es como si
desperdiciara nuestra amistad. Pero él escribe.
¿Jugamos un juego?
Enarco una ceja.
¿Qué clase de juego?
Preguntas no
incómodas. Yo pregunto y tú respondes, ¿sí?
Me lo pienso un poco.
¿Luego podremos hacerlo al revés?
Si quieres.
Vale.
Muy bien. ¿Cuántos
años tienes?
Espera, dijimos que nada de preguntas
incómodas.
Preguntar a alguien
su edad no es incómodo.
Me siento acosada por un depravado sexual.
Jo L
bueno, vale, otra… ¿color de pelo?
Castaño.
¿Color de ojos?
Morenos.
Que poco australiana
eres.
Mi familia es de España.
¿Sabes hablar
español?
Más o menos.
¿Alta o baja?
Normal tirando a baja.
¿Pecas?
No.
¿Hoyuelos?
Tampoco. Quizás un poco en la barbilla.
¿Tienes tatuajes?
No, no lo tengo claro.
¿Piercings?
Dentro de poco me haré varios.
Uh, ¿dónde?
Te lo diré cuando me los haga.
Está bien. ¿Primera
letra de tu nombre?
Soy capaz de finalizar este juego y lo
sabes.
Eres una aburrida.
Y tú un friki ignorante.
Sólo friki.
Sonrío. Está mal de la cabeza.
Vale, friki ignorante, te dejo, es mucho
más divertido leer que escribirme
contigo.
Es lo más cruel que
me ha dicho una chica jamás.
Era mi intención.
Cruella de Vil.
¿Ese es mi nuevo apodo?
Sí.
Pues vale.
Pues vale.
Pues qué conversación más interesante.
No tengo la culpa, tú
la haces aburrida.
Gracias J
Me gusta que pongas
ese emoji, ponlo más.
Ah, vale, pues ahora no.
¿Me odias?
Hasta el infinito y más allá.
Has hecho que mi corazoncito
se parta en mil pedazos.
Ohhh, ¿tú corazoncito no estaba roto
después de ver Bajo la misma estrella?
Él tarda un rato en contestar.
Los
médicos han conseguido curarlo.
No sabías qué decir, eh.
Tus mensajes son
crueles, qué quieres que te diga L
No sé que quiero que me digas, pero yo te
digo, que lo siento – enserio-
pero me tengo que ir. Adiós, friki ignorante, mira las horas cuando juegas a Minecraft, a nadie le
gusta llevar gafas.
Gracias por el
consejo, lo tendré en cuenta. Adiós, Cruella de Vil, ve en Google imágenes perritos adorables antes de
pensar en convertir uno de ellos
en un abrigo.
No es que no quisiera hablar con él, es que he mirado la
hora y son las tres de la tarde, debería de comer algo. No, no deberías. Oh, venga ya. Gorda.
No existes, no eres nada, vete. No me
iré nunca. Pues que sepas que no eres bienvenida. La voz sigue diciéndome
estupideces, como siempre, pero no la escucho, mi prioridad ahora es encontrar
un puesto de perritos o algo.
Ya tengo mi perrito. Lo he pedido con mucha mostaza y
mucho kétchup, para cabrear a la voz. ¡¿Tú
estás loca?! Te vas a poner como un león marino. Anda, hola caracola. Estás muy gorda, ¿cómo es posible que no te lo vayan diciendo por la calle? Oh,
no sé, quizás, ¿porque la gente normal
no va diciendo eso por la calle? Pero
sabes que estás gorda. Que sí, que sí. Vas
a acabar ingresada en el hospital por obesidad mórbida. Joder, que te vayas
a la mierda un rato. No. ¿Ah, no? No. Le doy un buen mordisco al perrito
caliente. La voz no vuelve a aparecer.
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