jueves, 22 de enero de 2015

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Abro los ojos poco a poco. Me duele la cabeza de todo lo que lloré a noche. ¿Por qué lloraste, estúpida? Oh, hola demonio. No te intentes burlar de mí, sabes que no puedes. Sí, ya, ya. ¿Piensas desayunar hoy? Con eso sólo harás hacerte más gorda de lo que estás, inútil. De mis ojos empiezan a aparecer lágrimas. No pienso llorar ni una sola vez más por esta estúpida voz. ¿Cuánto pesas? Siento una aprensión en el pecho. No lo sé. Pues yo sí, y estás muy gorda. Vete a la mierda. Estando dentro de ti, ya estoy en ella. La voz me dice muchas otras cosas más, pero no la escucho. Miro la hora mi móvil. Son las diez de la mañana. No está mal. Normalmente me suelo despertar mucho más tarde. Abro twitter. El chico de ayer me  ha mandado un mensaje.
            Buenos días.
Me lo ha mandado a las siete de la mañana. Esto no me cuadra.
            Buenos días, ¿eres de Australia?
            Sí. ¿Y tú?
            También. ¿Qué hacías a las siete despierto?
            Yo siempre me despierto a las siete de la mañana.
            ¿En fin de semana?
            Por supuesto.
Este chico es muy raro.
            ¿Por qué?
            Me despierto a las siete de la mañana, no puedo remediarlo.
            Ajá.
            ¿Estás dudando de mí?
            Puede.
            ¿Por qué?
            ¿Eres un camello y te levantas tan temprano para que tu socio te de             la bolsa de drogas?
            Quién sabe. ¿Tú eres un camello?
            No.
            ¿Eres un cincuentón al que le gustan los niños?
            Tampoco.
            ¿Quién eres?
            Un ser humano, como tú.
            Tener caracteres limitados para escribir me está tocando las narices,         ¿hablamos por WhatsApp?
            No tengo WhatsApp.
Es verdad.
            Eso es imposible.
Claro que es posible. No tengo con quien hablar.
            Sí que es posible.
            ¿Es porque crees que soy un pedófilo?
            Sigo meditando sobre eso, pero no tengo WhatsApp.
            Vale, te creo.
            Gracias.
            Me tengo que ir. Adiós J
            Adiós.
Escribo algunos tweets y me voy a la cocina. Gorda. Que te calles. Tengo la razón. Vete a la mierda. ¿Estás segura de lo que vas a hacer? Sí. Espero que me apoyes. Lo hago. Eso me sorprende. ¿Desde cuándo me apoyas en lo que quiero hacer? Desde siempre. No lo entiendo. Lo sé. Genial, ahora la voz de mi cabeza se ha vuelto loca.
Me hago un té y dos tostadas. Muy bien. Voy al comedor y enciendo el ordenador. Veo algunos capítulos de American Horror Story. Cuando me canso, abro uno de mis documentos Word e intento escribir algo. Escribir me relaja, me deja expresarme. Consigo escribir diez hojas. Bien. Vuelvo a pensar en la posibilidad de publicar algo. No. No sería una buena idea. Tampoco es que los relatos sean tristes, es más, intento que sean lo más felices posibles. Sé que a la gente le gustarían. He llegado a la conclusión de que no se me da mal escribir. Es más, he llegado a la conclusión de que se me da muy bien escribir. Pero me da miedo. Miedo a que me critiquen. Apago el ordenador y subo a mi habitación.

He salido a caminar, y he acabado en un parque natural, al lado de un río, sentada en un banco y leyendo. Estoy sola, no hay nadie. Da igual, no es un barrio peligroso. Decido sacar una foto con mi móvil y subirla a Twitter. Me ha salido muy bonita. Qué pena no haber traído mi cámara. Siempre la llevo a todos lados, pero hoy se me ha olvidado. No importa, ya volveré alguna vez. Amo hacer fotos, mi madre me regaló una cámara buena por mi cumpleaños, y si me dejaran, le haría fotos hasta a la gente.
El chico me ha mandado un mensaje.
            ¿Qué lees?
            Las aventuras del capitán Alatriste.
            Wow, ¿está bien?
            Está genial.
            ¿Es largo?
            No. Me estoy leyendo el cuarto, y tiene 264 páginas.
            Que largo.
            Es cortísimo. Eres un vago.
            Soy consciente de ello.
Odio quedarme en blanco hablando con él. Es como si desperdiciara nuestra amistad. Pero él escribe.
            ¿Jugamos  un juego?
Enarco una ceja.
            ¿Qué clase de juego?
            Preguntas no incómodas. Yo pregunto y tú respondes, ¿sí?
Me lo pienso un poco.
            ¿Luego podremos hacerlo al revés?
            Si quieres.
            Vale.
            Muy bien. ¿Cuántos años tienes?
            Espera, dijimos que nada de preguntas incómodas.
            Preguntar a alguien su edad no es incómodo.
            Me siento acosada por un depravado sexual.
            Jo L bueno, vale, otra… ¿color de pelo?
            Castaño.
            ¿Color de ojos?
            Morenos.
            Que poco australiana eres.
            Mi familia es de España.
            ¿Sabes hablar español?
            Más o menos.
            ¿Alta o baja?
            Normal tirando a baja.
            ¿Pecas?
            No.
            ¿Hoyuelos?
            Tampoco. Quizás un poco en la barbilla.
            ¿Tienes tatuajes?
            No, no lo tengo claro.
            ¿Piercings?
            Dentro de poco me haré varios.
            Uh, ¿dónde?
            Te lo diré cuando me los haga.
            Está bien. ¿Primera letra de tu nombre?
            Soy capaz de finalizar este juego y lo sabes.
            Eres una aburrida.
            Y tú un friki ignorante.
            Sólo friki.
Sonrío. Está mal de la cabeza.
            Vale, friki ignorante, te dejo, es mucho más divertido leer que           escribirme contigo.
            Es lo más cruel que me ha dicho una chica jamás.
            Era mi intención.
            Cruella de Vil.
            ¿Ese es mi nuevo apodo?
            Sí.
            Pues vale.
            Pues vale.
            Pues qué conversación más interesante.
            No tengo la culpa, tú la haces aburrida.
            Gracias J
            Me gusta que pongas ese emoji, ponlo más.
            Ah, vale, pues  ahora no.
            ¿Me odias?
            Hasta el infinito y más allá.
            Has hecho que mi corazoncito se parta en mil pedazos.
            Ohhh, ¿tú corazoncito no estaba roto después de ver Bajo la misma             estrella?
Él tarda un rato en contestar.
            Los médicos han conseguido curarlo.
            No sabías qué decir, eh.
            Tus mensajes son crueles, qué quieres que te diga L
            No sé que quiero que me digas, pero yo te digo, que lo siento –          enserio- pero me tengo que ir. Adiós, friki ignorante, mira las horas          cuando juegas a Minecraft, a nadie le gusta llevar gafas.
            Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta. Adiós, Cruella de Vil, ve en     Google imágenes perritos adorables antes de pensar en convertir uno de             ellos en un abrigo.
No es que no quisiera hablar con él, es que he mirado la hora y son las tres de la tarde, debería de comer algo. No, no deberías. Oh, venga ya. Gorda. No existes, no eres nada, vete. No me iré nunca. Pues que sepas que no eres bienvenida. La voz sigue diciéndome estupideces, como siempre, pero no la escucho, mi prioridad ahora es encontrar un puesto de perritos o algo.


Ya tengo mi perrito. Lo he pedido con mucha mostaza y mucho kétchup, para cabrear a la voz. ¡¿Tú estás loca?! Te vas a poner como un león marino. Anda, hola caracola. Estás muy gorda, ¿cómo es posible  que no te lo vayan diciendo por la calle? Oh, no sé, quizás,  ¿porque la gente normal no va diciendo eso por la calle? Pero sabes que estás gorda. Que sí, que sí. Vas a acabar ingresada en el hospital por obesidad mórbida. Joder, que te vayas a la mierda un rato. No. ¿Ah, no? No. Le doy un buen mordisco al perrito caliente. La voz no vuelve a aparecer.

Bea Miller

Bea Miller es una chica de 15 años Que hace Bastante Tiempo empezo a subir cubre una YouTube, Siendo las mas Famosas '' Huele a una teen spirit '', de Nirvana, y '' Ella será amada '', de Maroon 5. Hace poco Saco su cartilla EP '' sangre joven '' y Este Año -esperamos, Porque la chica se hace la Más guay del Paraguay (¿?) y no dados Nada- saldra su discoteca imprimación. No me acuerdo Por Qué Me Llamo La atención, ni Como La Descubri, Pero me encanta.